Murciélago es la forma adecuada de escribir esta palabra en la actualidad para referirse a un quiróptero, es decir, un mamífero volador de hábitos nocturnos bastante común en todo el mundo.
Murciégalo, por su parte, pese a que es una palabra que aparece recogida en el Diccionario de la Real Academia Española, es una forma propia del español antiguo que hoy en día se encuentra en desuso y se considera, incluso, vulgar.
La palabra proviene del latín y se forma a partir de la voz mus, muris, que significa ‘ratón’, y caecŭlus, diminutivo de caecus, que quiere decir ‘ciego’; en síntesis, ‘ratoncito ciego’.
La forma murciégalo, de uso común en el español antiguo, se convirtió en murciélago debido a un fenómeno lingüístico denominado metátesis, que consiste en el cambio de lugar de algún sonido en la palabra. En el caso de las palabras que nos ocupan, la metátesis puede apreciarse en las dos últimas sílabas.
Este mismo fenómeno, de hecho, ocurre con otras palabras del castellano, como en perlado por prelado, en muradal por muladar, crocodilo por cocodrilo, cocreta por croqueta, etc.
Es importante, en todo caso, subrayar que la forma recomendada es murciélago.
Por ejemplo:
- He visto murciélagos más grandes.
- Los murciélagos a veces se meten en casas abandonadas.
Por otro lado, se desaconseja (aunque no es incorrecta) el empleo de la forma murciégalo, más bien propia del español antiguo, por resultar arcaico y sonar, en ocasiones, vulgar, como en el siguiente ejemplo: "La cueva estaba infestada de murciégalos".